Desde el inicio del torneo, la selección argentina dejó una marca imborrable con su juego elegante y decidido. El entrenador Lionel Scaloni, quien había apostado por un enfoque táctico equilibrado, condujo al equipo de manera magistral a través de los desafíos de la competición, mostrando una combinación de juventud y experiencia que cautivó a los fanáticos de todo el mundo.
El capitán Lionel Messi, ya leyenda viviente del fútbol, lideró con el ejemplo y dejó su huella en cada partido. Su habilidad para romper defensas y su capacidad para inspirar a sus compañeros de equipo fueron elementos claves en la consagración.
Tras superar el trago amargo del debut ante Arabia Saudita (1-2), la “Scaloneta” se recuperó con sendos triunfos por 2-0 ante México (Messi y Fernández) y Polonia (MacAllister y Álvarez).
Fue el mejor del Grupo C y por eso en Octavos de Final se topó con Australia. Le ganó 2-1 con goles de Messi y Álvarez pero se sufrió porqué, en este compromiso, apareció la figura del “Dibu” Martínez.
En Cuartos de Final, la Argentina reeditó un viejo duelo con los Países Bajos. Fue un partido “picante” por lo que se había generado en la previa. Los de Scaloni aplastaban a los “Naranjas” con goles de Molina y Messi de penal pero, en tiempo adicionado, Weghorst forzó la definición desde los doce pasos. Ahí apareció en su esplendor Martínez al contener los remates de Dijk y Berghuis.
Argentina debió cruzarse en Semifinales con Croacia y en la previa todo indicaba que iba a ser un duelo complicado. Sin embargo, los de Scaloni fueron contundentes, desplegaron su mejor versión y liquidaron a los europeos por 3-0 con goles de Messi de penal y doblete de Álvarez.
El destino quiso que la Final sea ante Francia y fue épica. Para muchos, fe la definición más emocionante de una Copa del Mundo de la FIFA.
Messi, de penal, y la histórica definición de Di María ponían en ventaja a la Argentina en la primera mitad. En el complemento y cuando todo parecía sentenciado, en un minuto Mbappe marcaba el 2-2.
En el alargue la Argentina volvía a encontrar la ventaja en los pies de Messi luego de una excelente jugada colectiva pero Mbappe, otra vez y de penal, estiraba la agonía que pudo haberse prolongado por cuatro años más si no fuera por el “atajadón” de Emiliano Martínez a Muani.
Llegaron los penales y si, el “Dibu” volvió a hacer de las suyas. Con su pecho le contuvo el remate a Coman y con su figura, descolocó psicologicamente a Tchouameni que la mandó lejos del arco.
Montiel fue el encargado del último remate para la Argentina. Desde la mitad de cancha hasta el punto penal se lo vio caminando en soledad pero, en realidad, eran millones de argentinos los que lo acompañaban.
Acomodó el balón y remató al palo derecho de un Lloris que no salió en la foto. El Estadio Lusail enmudeció. Los miles de hinchas argentinos y de todo el mundo no pudieron gritar el gol porque la emoción los desbordó.
La “Scaloneta” alcanzó la gloria luego de 36 años y Maradona dejó de ser utilizado como el último héroe para abrirle paso a la mesa chica a Messi, quien levantó el trofeo que buscó durante 16 años de carrera. Desde aquella noche, el fútbol se volvió un poco más justo y el mundo luce más ordenado.
Las celebraciones en las calles de San Luis y en todo el país fueron una explosión de alegría, ondeando banderas, cánticos de victoria y una marea de argentinos que salieron a festejar el logro.
Un año después, el legado de la Copa del Mundo Qatar 2022 sigue vivo en Argentina. El fútbol, que siempre ha sido una pasión arraigada en la cultura del país, adquirió un nuevo significado. La victoria no solo fue un logro deportivo, sino también un catalizador para la unidad y la esperanza en tiempos desafiantes.
Los héroes de Qatar 2022 continúan inspirando a las generaciones venideras, recordándoles que con determinación, trabajo en equipo y talento, cualquier sueño es alcanzable.
Nota: Redacción
